mayteduque1@ gmail.com   Estamos enfrentando un problema de salud pública mundial, de lo  cual nadie tiene el control; tampoco   las autoridades de ningún país.   Existen alrededor de 21 millones de casos de COVID’19 en el mundo y varios de los países que habían vuelto a la nueva normalidad están en este momento regresando  a poner restricciones, debido a nuevos contagios;  tal es lo que ocurre en España e Italia, donde están volviendo al uso obligatorio de mascarillas, debido a los rebrotes.

La propagación debe ser frenada de alguna manera, mientras no llegue la tan esperada vacuna, que en este momento está en desarrollo por varios países; en algunos se están realizando las pruebas, en otros ya se pasó la fase experimental y esperando la aprobación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto podría tomar algunos meses más.

Aunque muchos esperan con ansias la vacuna contra el Coronavirus COVID-19,  que en su mayoría es considerado lo más cercano a la solución del problema;  evitar la multiplicación a tiempo, es tal vez la forma más segura de prevenir más fallecimientos en nuestro país y el mundo entero.  Es así como el lavado frecuente de manos, el uso de mascarillas -siempre que salgamos- y el distanciamiento social a no menos de dos metros de distancia, es el arma más efectiva contra el mortal virus.

Este lunes en Panamá se autorizó la apertura de nuevas actividades, tal es el caso de las ONGs, salones de belleza, barberías, agencias de venta de autos,  69 empresas públicas de construcción  y al menos 15 privadas.  Esta decisión tiene como propósito la reactivación de diferentes sectores económicos del país,  para potenciar el levante de nuestra economía  y generar recursos para nuestra población más golpeada.

Se ha intentado disminuir los contagios, apelando a la conciencia ciudadana, buscando que cumplan con la cuarentena y con las medidas de bioseguridad,  pero los intentos han sido infructuosos.

Lejos de juzgar el comportamiento de nuestros conciudadanos, analizamos los hechos  adversos,  desde las  necesidades básicas de las familias, que mayormente no pueden ser suplidas, sobre todo en el caso de los independientes que no cuentan con ingresos fijos; pero además, se han suspendido contratos a casi 230 mil trabajadores, según datos del Ministerio de Trabajo  y algunos otros están laborando al límite, con un 50% de su salario original.

¡He allí la disyuntiva! que tiene al país en el peor declive de salud, económico y social de su historia: Empresarios perdiendo sus negocios, otros intentando sobrevivir a través del cierre temporal o suspensión de contratos de sus trabajadores,  estudiantes del sector público  que no logran accesar a la educación por falta de internet, estudiantes del sector privado migrando hacia las escuelas públicas, debido a la pérdida de empleos  de sus familiares, restaurantes que se han declarado en quiebra y el mayúsculo problema de salud que rodea a nuestra Nación ,  donde aún tenemos altos niveles de contagio.

El Gobierno ha realizado esfuerzos por apoyar a la población, a través de un bono solidario mensual que no ha sido suficiente para suplir las necesidades de  muchas familias, conformadas por varios miembros;  bolsas de comida que resultan escasas y que no llegan a todos los que padecen; escándalos de corrupción por doquier, en fin,  se  ha coartado a muchos la libertad de obtener el sustento presencial, para evitar contagios y más muertes, pero  seguimos en el ojo de la tormenta.

Se busca un balance, ¿cómo  y dónde conseguirlo?, es hora de que todos los ciudadanos  nos responsabilicemos por nuestros actos y seamos más solidarios con el prójimo, cuidándonos y cuidando a los demás, toda vez que hacemos un llamado al Gobierno, para que se refuerce la ayuda a la población más vulnerable, se mantenga un ritmo constante de trazabilidad y se vigile el estricto cumplimiento de los empresarios y locales comerciales, honrando las reglas establecidas para su reapertura.

Para evitar un caos, por causa de las próximas  reaperturas de actividades económicas, que comenzarán a regir este lunes 17 de agosto, nuestra conducta ante la situación que enfrenta el país se convierte en el reto más importante que es contribuir con nuestra propia salud y  mejorar nuestra  calidad de vida.

Todos dependemos de todos;  ahora nuestro país necesita: Unidad, conciencia ciudadana, mucha empatía   y que aprendamos de nuestros errores pasados. Que Dios nos de sabiduría para obtener resultados favorables esta vez.  ¡Sí podemos Panamá!