Miércoles, 23 de febrero de 2022 Por: Luis E Ruiz, Periodista Durante mucho tiempo y muy especialmente en las últimas 3 décadas, he escuchado que los panameños no pelean por sus derechos y que se acomodan a la situación que les toca vivir; pero estos sectores quieren hacer olvidar que el Panamá de hoy es producto de siglos de batallas de nuestros antepasados por su libertad.
Desde la época colonial en Panamá se libraron combates por la libertad, solo hay que recordar a nuestros los líderes indígenas Urraca, París, Natá, Pacora y Nome, quienes chocaron con las fuerzas españolas; pasando por los cabecillas cimarrones Bayano, Antón Mandinga, Chepo, Felipillo y demás, que enfrentaron al poderío español hasta la muerte, llegando hasta el General Victoriano Lorenzo, a quienes muchos lo catalogan como el primer guerrillero de América Latina.
Una muestra del valor que los panameños le damos a libertad y soberanía, fue la Guerra de Coto, que se dio lugar en la frontera oeste de Panamá hace siglo. Este episodio de nuestra historia es muy significativo para mí; ya que a pesar de no alcanzar la mayoría de edad como nación, pudimos organizarnos, luchar y recuperar lo que nos habían arrebatado.
La historia narra que la primera mención relevante sobre Pueblo Nuevo de Coto dentro de la disputa ocurriría el 16 de diciembre de 1917, cuando un grupo de opositores del dictador costarricense Federico Tinoco llegó a Coto, huyendo rumbo a Panamá.
Ellos encontraron que el pueblo de unos 30-40 habitantes estaba bajo soberanía panameña y que existía una autoridad local, el corregidor y además se percataron que Coto mantenía comunicación con Panamá a través de una embarcación que llegaba cada 15 días procedente del puerto de Pedregal, vecino a la capital de Chiriquí, David.
En ese entonces, Coto era uno de los dos corregimientos del distrito de Alanje, designado legalmente según el Código Administrativo de Panamá, aprobado en 1916.
El 21 de febrero de 1921 el gobierno costarricense a través de Héctor Zúñiga Mora, comandante militar del Golfo Dulce, envió un telegrama al gobernador de la
provincia de Chiriquí, anunciando que acatando el fallo White estaba facultado
para tomar posesión de la región de Coto, que en ese entonces estaba bajo la autoridad panameña y que enarbolarían la bandera de Costa Rica en Pueblo
Nuevo de Coto, además de anular cualquier arrendamiento y cesión que tenga la región con Panamá, entre ellas el de los cultivos de coco en la región de Burica y que estaban bajo concesión del distrito de Alanje.
El 22 de febrero, el presidente Belisario Porras llamó a los secretarios de Relaciones Exteriores, Narciso A. Garay; de Haciendo y Tesoro, Eusebio A. Morales; de Instrucción Pública, Jeptha B. Duncan; de Fomento y Obras Públicas, Manuel Quintero Villareal y a Próspero Pinel como invitado especial, a una sesión extraordinaria para decidir las medidas ante lo que consideraban una invasión.
El 24 de febrero se organizó de manera espontánea una marcha con 6 mil personas solicitando al presidente Porras mayores detalles sobre la disputa fronteriza, marchando desde la plaza de Santa Ana rumbo a la residencia del presidente Porras en San Felipe donde se dejó claro que el pueblo panameño iba a defender lo necesario ante la ocupación costarricense. Porras, junto con todos sus secretarios de Estado, declaró que se adhería al sentimiento de los manifestantes y exhortó a los ciudadanos a inscribirse en la alcaldía para ser voluntarios ante lo que se consideraba una invasión.
Al amanecer del 27 de febrero, mientras los panameños se organizaban para realizar la ofensiva, dos costarricenses que recorrían el lugar fueron capturados y uno de ellos resultó ser el coronel Zúñiga Mora, jefe la expedición de Costa Rica, y el otro era el coronel Daniel González, ambos aseguraron estar de cacería.
Se le exigió a Zúñiga Mora la rendición del destacamento, por lo que sin resistencia los costarricenses se rindieron. Los panameños habían recobrado Coto sin combate, y capturaron a 30 costarricenses, cargándose con más fusiles y municiones.
Lastimosamente, en varios episodios de nuestra historia como la Guerra de Coto, los gobiernos no están en sintonía con el pueblo y estas victorias se van diluyendo en el tiempo, reforzando la tesis que dice que los panameños no son luchadores.