Pese a que el primer mandato de Donald Trump haya sido una calamidad para China, en medio de una dura guerra comercial, Beijing podría ver con buenos ojos la reelección del presidente estadounidense, en una apuesta por el declive irreversible de su gran rival estratégico.
Oficialmente, el gobierno chino no tiene preferencias entre Donald Trump y Joe Biden. Pero algunos analistas confían en una victoria del presidente republicano, para que debilite a su país y a Occidente, lo que aceleraría el ascenso de China al rango de primera potencia mundial.
Los chinos «esperan que usted sea reelegido porque usted hace de Estados Unidos un país excéntrico y, por ende, odiado en el mundo entero», tuiteó en mayo el redactor jefe del diario nacionalista Global Times, Hu Xijin, aludiendo al presidente estadounidense. «Usted refuerza la unidad de China», remarcó.
Las relaciones bilaterales se enfriaron enormemente bajo el mandato de Trump. En un ambiente de guerra fría, Washington cerró a finales de julio un consulado de China en su territorio y Beijing hizo lo mismo unos días después, con acusaciones mutuas de espionaje.
Pero Qin Gang, viceministro de Relaciones Exteriores, sostiene: «A nosotros nos tiene sin cuidado saber quién está en la Casa Blanca. Lo que queremos es una relación tranquila y mejor con Estados Unidos».
Aún así, recordó ante los periodistas días atrás que «las relaciones entre China y Estados Unidos también eran problemáticas con los demócratas en muchos temas».
El presidente Trump tuvo a China en el punto de mira durante su campaña y causó un gran malestar entre sus dirigentes al hablar del «virus chino» para referirse al nuevo coronavirus. En el plano diplomático, el jefe de la Casa Blanca es «incontrolable e incomprensible» para Beijing, observó el especialista en China Philippe Le Corre, de la Harvard Kennedy School de Estados Unidos.
Pero «el interés de la reelección de Trump radica en la continuación casi automática de su política «America First» («Estados Unidos primero»), que en parte aísla a Washington de sus aliados tradicionales», explicó a la AFP.
«Evidentemente, es coherente pensar que las élites chinas se alegren de que Estados Unidos se debilite, pues es su gran rival», agregó.
Además, se frotan las manos ante las divisiones occidentales.
«Uno de los objetivos estratégicos de Beijing es debilitar la Alianza Atlántica, que emprendió un viaje a la deriva bajo la administración Trump», destacó Theresa Fallon, directora del Centro de Estudios Rusia-Europa-Asia (CREAS) de Bruselas.
Desde la llegada al poder de Trump, en enero de 2017, su homólogo chino, Xi Jinping, ha tratado de proyectar la imagen de dirigente responsable, defendiendo el libre comercio en Davos, para beneplácito de los círculos de negocios, irritados por el proteccionismo que enarbola el presidente estadounidense.
Más recientemente, Xi se ganó los elogios internacionales al anunciar que su país, el más contaminante del planeta, empezaría a reducir sus emisiones de dióxido de carbono antes de 2030, en contraste con la postura de Washington, que denunció el acuerdo de París sobre el clima.
Y mientras que el mandatario republicano anunció la retirada de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Xi Jinping prometió que haría de una eventual vacuna china contra el covid-19 «un bien público mundial».
Pero, al final, «la relación podría mejorar si Estados Unidos controla rápidamente la pandemia y si China compra más productos» estadounidenses, como se comprometió a hacer a principios de año, vaticinó el politólogo Zhu Zhiqun, de la Universidad Bucknell de Estados Unidos.
Desde esta perspectiva, «no es inconcebible que Trump y Xi reaviven su amistad».
Y más aún teniendo en cuenta que el régimen comunista tampoco tiene mucho que esperar si el demócrata Biden llega a la Casa Blanca.
«Biden heredará los aranceles y dudo que vaya a retirarlos unilateralmente», consideró Bonnie Glaser, del Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington.
«Probablemente, China tendrá que ceder a otras exigencias estadounidenses si quiere que se levanten esos recargos», que Donald Trump impuso a los productos chinos importados, señaló.
Pelea por la tecnología
En el frente tecnológico, «sea cual sea el vencedor, Estados Unidos no se retractará en su decisión de excluir los equipos de Huawei de sus redes» de internet móvil, declaró Glaser a la AFP.
Washington acusa al gigante chino de las telecomunicaciones de espionaje potencial.
Pero algo que quizá podría ser todavía más incómodo para Beijing es el hecho de que los demócratas suelen ser más intransigentes que los republicanos en el ámbito de los Derechos Humanos.
El ex vicepresidente podría aumentar la presión frente a las últimas actuaciones de China sobre Hong Kong.
«Biden sería una mala noticia para Pekín, porque favorecería muy rápidamente una coalición de países que están en la misma sintonía respecto a China», comentó Philippe Le Corre.
Fuente: AF