Lunes, 6 de diciembre de 2021 La educación panameña era, desde hace años, un paciente en cuidados intensivos, pero el cierre de las aulas de clases durante dos años por decisiones relacionadas con la pandemia de covid-19 la ha dejado sin oxígeno y con muy delicados signos vitales.
Los recién publicados resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) del año 2019; así como, los de las pruebas PISA en 2018 reflejan la precaria situación de los alumnos en materias tan importantes como Español – lectura, Matemáticas y Ciencias Naturales, reconocidas como prioritarias para el desempeño funcional de las personas. En todos, los alumnos panameños quedaron por debajo de la media regional y entre las últimas posiciones.
En tanto, el recién presentado informe Panamá, ¡cuéntame!, observatorio que da seguimiento a la calidad de vida del panameño, reflejó que 34% de los estudiantes de 4 a 5 años no recibe educación preescolar. A esto se suma el hecho de que, en Panamá la educación media no es obligatoria en toda la extensión del nivel, por lo que aún no se alcanzan niveles de cobertura adecuados. En resumen, un porcentaje importante ni recibe las bases de estimulación que los prepara para vida escolar; ni culmina la secundaria que, como indica la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), “es crucial para adquirir las competencias básicas para insertarse en un mundo globalizado y acceder a niveles mínimos de bienestar que le permitan romper los mecanismos de reproducción de la desigualdad”.
Esta radiografía denota, tal y como dice UNESCO, una generación condenada: “al no contar los jóvenes con la educación y las competencias que necesitan para realizar su potencial, lo más probable es que se incrementen el desempleo, la pobreza y los problemas sociales”.
El documento entregado al Órgano Ejecutivo en el marco del Pacto del Bicentenario contiene acuerdos en materia educativa cuyos objetivos son asegurar una educación de calidad a los grupos y territorios marginados, y garantizar mayores estándares de formación en la carrera docente.
La publicación del Decreto Ejecutivo No. 2077 de 2021 que establece el Calendario Escolar 2022 de manera presencial debe verse como la señal para levantar los hombros caídos de la educación, garantizar que el 100% de los alumnos regrese a las aulas y atender con sentido de urgencia las necesidades tanto de infraestructura como de currículo; de manera estratégica enfocados en la recuperación académica, por lo que se debe ser estratégico y priorizar las áreas de lenguaje, Matemáticas y Ciencias.
El Bicentenario de la República es la oportunidad de una renovación en diversas áreas, y la educación es la prioritaria.
La Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá, en reunión con el Presidente de la República, enfatizó su compromiso de continuar apoyando y aportando de cara a implementar acciones que conduzcan a una educación de calidad. Además de las iniciativas que ya adelanta el gremio en materia de formación técnica y dual en la educación media y superior, aportará, junto con sus empresas miembro, en la ejecución del programa “El Líder en Mí” de Franklin Covey®️, a escuelas oficiales; el cual se ha aplicado en 54 países, trabaja con toda la escuela – administrativos, educadores, alumnos y padres de familia – y se basa tanto en principios como en prácticas de efectividad personal, interpersonal y organizacional, y en la poderosa premisa de que cada niño posee fortalezas únicas y tiene la capacidad de ser un líder.
La educación nacional ha tocado fondo y toca a la sociedad, en su conjunto, actuar con sentido urgencia. Esto no es un trabajo que puede dejarse únicamente a los políticos o gobiernos de turno, porque se trata de una responsabilidad compartida en la que todos los panameños debemos involucrarse para formular políticas de Estado que propicien un sistema educativo productivo, continuo y de calidad. Cada ciudadano puede iniciar por cooperar y trabajar en que la escuela de su comunidad inicie el año escolar 2022 de forma presencial.
Este es el momento de sumar fuerzas. Así como nos unimos en torno a combatir el COVID-19, hoy hay que luchar contra una pandemia aún más peligrosa y duradera: la falta de educación.