Vinicius marca el primer gol del partido de Supercopa contra el Barcelona.
AHMED YOSRI (REUTERS)

Jueves, 13 de enero de 2022    Un Real Madrid hecho y maduro impuso su hueso y disputará la final de la Supercopa. Un Barça por hacer se quedó en la orilla, pero en estos tiempos de zozobra recuperó a sus mejores reclutas y exigió de lo lindo a su perpetuo rival. Argumentos que hoy hasta le pueden servir de alivio tras una derrota. A los guiños de Ansu y Pedri respondieron dos clásicos de estos tiempos: Vinicius y Benzema. El broche de un gran partido lo puso Valverde en la prórroga, un tercer tiempo que el Barça, a remolque, con el gancho toda la noche, cerró a golpe de pecho.

Advirtió Xavi que a este Barça que busca brújula le hace falta con urgencia una sobredosis de autoestima. Ninguna terapia mejor que un clásico, el primer clásico forastero. El técnico azulgrana apostó por una alineación con cuajo, aunque para ello debiera reclutar a un jugador crepuscular (Alves), a un debutante sin rodaje durante tres meses (Ferran), a un operado de una mano hace solo seis días (Araujo) y a un futbolista empujado a la Siberia futbolística internacional con todo tipo de cuchufletas (Luuk de Jong). No era cartel para esos chicos recién llegados al campo base, Nico, Abde, Jutglà…
 Sin Alaba, pero el Real se presentó al partido como el Real, forrado delante de Courtois y con la pretensión de atacar a toda mecha. El cuadro barcelonista se sintió condicionado. Temeroso de las virtudes ajenas quiso impedir que su rival tocara la corneta. No solo no lo consiguió, sino que se desnaturalizó. Se desplegó con una cadencia sosaina. A fuego lento, pero resultó impreciso. Nadie quería arriesgar, pero se sumaban las pérdidas. Fuera de lugar Gavi y el irrelevante Frenkie de Jong, muy avanzados como volantes tapones, cada birle o despiste daba pista al Madrid. Los de Ancelotti abrían gas y cerraban los ataques. El guion se acentuó con el descuido más inesperado. Busquets, un radar con botas, se vio narcotizado ante Benzema. Pillo, el galo rebañó la pelota y citó a Vinicius con el gol, suerte con la que flirtea como si fuera un pariente lejano del Vinicius que aterrizó en Chamartín. Hoy es la turbina de este Madrid. Un zurdazo y a la cazuela.

Sin chicha hasta entonces, el Barça se colgó de Dembélé. De Ferran solo había habido noticias por la megafonía. El extremo francés, tan espasmódico, dio varios avisos al Madrid. El Barça, tan apegado al juego hilado, mutó y se encomendó a los amagos de Dembélé y los cabezazos de Luuk de Jong. Todo vale cuando la necesidad apremia. Como el disonante Luuk lleva días iluminado le van hasta los rebotes. Militão despejó con mal rumbo y la pelota hizo carambola en el holandés, el poste y al cesto. Presagiaba más el Madrid, pero a la tregua se fueron igualados.

Xavi echó el lazo a Pedri por el invisible Frenkie de Jong, otra vez de paso por un partido, y Abde dio un respiro a Ferran. El impacto de Pedri fue inmediato. Otro Barça, mejor estructurado, más picante. Remataba el Barça, reculaba el Madrid. Pero al Real no le faltan vidas. Equipo de mil batallas, sabe resistir como pocos. Y tiene a gente como Modric, ese croata inoxidable que con Ancelotti de alquimista parece sorber el elixir de la eternidad. Con Modric de gestor para todo, el Madrid volvió a equilibrar el choque.

El encuentro cogió vuelo de ida y vuelta. No aminoró el Barça, anímica y deportivamente reforzado con Ansu. Al otro lado, antes de que se ajustara el canterano, llegaron las mejores pisadas de Benzema. El poste derecho de Ter Stegen repelió un disparo del capitán blanco. Sin pausa, porque este Benzema va lanzado, puso en órbita al portero alemán por dos veces. A la segunda le remachó con el 1-2 tras un empeño de Carvajal.

El partido tenía trama, nervio, suspense. No había aguadores. Y en el tránsito de área a área Ansu, para el que el gol no tiene olvido, cazó un cabezazo entre Militão y Mendy. El Barça ya iba en tanga, con contados defensas y un pelotón ofensivo. Sin remedio, la prórroga como estirón, ya con la gente extenuada, los veteranos madridistas y los noveles azulgrana.

Fue con todo el Barça, con tres zagueros mano a mano con los atacantes blancos. Riesgo y destape. A lo suyo el Madrid. Ya se sabe, a la espera de una contra relámpago. Cada cual tiraba sus dados hasta que, cómo no, a la carrera metió el turbo Rodrygo, un puñado de merengues llegaron como lobos y Valverde, que tiene piernas, embocó el descorche. El Madrid fue el Madrid y ya tiene su final. El Barça que busca al Barça supo competir y dejó Arabia con el alta de casi todos y mayor consuelo. Otro horizonte.

Fuente: EL PAÍS DEPORTES